jueves, 30 de julio de 2009

"John Adams", unite or die.

Hoy, lección magistral: cómo nacieron los actuales Estados Unidos de América.

Casi podría decirse que el recurso narrativo televisivo de la miniserie es un género en sí mismo, su formato permite contar historias que sería imposible condensar en una película o en varias y que quizá implicaría demasiado esfuerzo para el espectador si se mostrara en forma de serie con más de 12 episodios. Las miniseries tienen una ventaja frente a las series convencionales, y es que tienen un final definido y un número de episodios estipulado, lo que hace posible que no se alarguen indefinidamente hasta perder la fuerza y que sea más llevadero comenzar con una. Además es bastante usual que las temáticas que traten sean acerca de episodios históricos, reproducciones de hechos verídicos recientes o antiguos, biopics, representaciones de guerras reales, etc. y como se ha podido ver en los últimos años en España son formatos con gran éxito y seguidos con interés por el público; prueba de ello es, al margen de su calidad, el elevado share que tuvieron las miniseries emitidas en los últimos meses acerca de la historia política española como "23-F: El Día más Difícil del Rey", "23-F: Historia de una Traición", "20-N: Los Últimos Días de Franco" (originalidad al poder con los títulos), también con respecto a ETA o episodios de delincuencia en nuestro país como "Futuro: 48 Horas", "Una Bala para el Rey", "Soy el Solitario" y "Padre Coraje" o hasta biopics como "Marisol". En el resto del mundo las miniseries también tienen muy buena acogida y en este formato se han dado buenísimas piezas cinematográficas-televisivas de la talla de la obra maestra "Hermanos de Sangre" (que por cierto prepara para este año 'segunda parte' con "The Pacific") y otras famosas como "Das Boot", "Orgullo y Prejuicio", "Yo, Claudio", etc. El año pasado hubo algunas piezas destacables dentro del género de la miniserie, como por ejemplo "Generation Kill", "Cranford" y sobre todo "John Adams".

"John Adams" es una miniserie de 7 episodios de una duración individual comprendida entre una hora y hora y media, con una duración total de casi 500 minutos en total, más de 8 horas, emitida en EEUU en abril de 2008 y producida por HBO, creadora de "Hermanos de Sangre". De hecho está producida por Tom Hanks (productor de "Hermanos de Sangre" y la inminente "The Pacific"), David Coatsworth, Kirk Ellis (que también es el guionista) y Gary Goetzman (también productor de "The Pacific"), por lo que ya los fundamentos son sólidos y las expectativas jugosas. Dirigida por Tom Hooper (cuyo anterior trabajo fue el aclamado telefilm "Longford", ganador de varios premios BAFTA y Globos de Oro) y con guión de Kirk Ellis basado en la novela biográfica ganadora del pulitzer de David McCullough, la miniserie explora la vida de John Adams, el que fuera el segundo presidente de los Estados Unidos de América y uno de los principales padres fundadores de la nación americana en su independencia del imperio británico. La miniserie, que ha ganado más premios Emmy (trece) que cualquier otra miniserie hasta la fecha, cuatro Globos de Oro y dos premios de la Screen Actors Guild Awards entre otros, no solo es un biopic de John Adams en el que conocemos detalles de su carácter, personalidad, obra y pasión, sino que el mismo John Adams es un simple vehículo para que podamos asistir a la creación del gobierno de los EEUU; podría haber sido cualquier otro de los "padre fundadores" de la nación norteamericana el objeto de la miniserie pero aunque John Adams sea total protagonista de la misma es al fin y al cabo el instrumento narrativo que se utiliza para hacerlo más original, interesante y fácil de entender. Quizá seguirlo desde todos los puntos de vista de los implicados en aquel hecho histórico hubiese sido mucho más difuso y confuso. Al mismo tiempo que en la miniserie se manifiestan los problemas personales y familiares de Adams también vemos la evolución política y social del país que hoy en día domina el mundo, a la vez que es muy entretenida y artísticamente un delirio también es muy instructiva (reconozco que desconocía bastante la historia de la Declaración de Independencia estadounidense) y didáctica, entendiendo que tienen que haber varias inexactitudes históricas concretas debido a términos de adaptación o en pro del dramatismo de la obra.

"John Adams" es una historia épica que comprende más de 50 años de la vida del abogado y político (y granjero) desde 1770 hasta su muerte en 1826 poco tiempo después de que su hijo John Quincy Adams alcanzara la presidencia de los EEUU. En todo ese tiempo es interesante ver los inicios de los EEUU democráticos, aquellos que aún no estaba tan corrompidos como hoy lo está por el poder, con la lustrosidad y pureza de quien comienza una revolución social, elemental e intelectual. Vemos esa evolución natural del ser humano hacia la ambición, como el presidente estaba sujeto a unas grandes presiones no solo políticas sino por parte también de la opinión pública y el arte de la política en sí y sus entresijos durante el s.XVIII y el s.XIX.

El corte de la miniserie es eminentemente clásico, intentando respetar los cánones del cine de época que llevan años definidos y tomando en algunos casos buena cuenta de lo hecho por Stanley Kubrick en 1975 con "Barry Lyndon", sobre todo en las incursiones europeas de "John Adams" durante el segundo cuarto de miniserie y en general en el corte sonoro, lumínico y musical de toda ella. El cambio de registro es importante cuando Adams está en Francia, Inglaterra y otros países europeos, de los sobrios y monocromos despachos americanos se pasa a los coloridos, suntuosos y pomposos palacios parisinos y londinenses, representados con una exquisitez máxima, una dirección artística de 10. La diferencia de cultura y ostentación entre Europa y América es abismal en el s.XVIII y queda bien reflejado en la miniserie; la sociedad burguesa francesa está espléndidamente bien reflejada. La serie está llena de pequeños y gloriosos detalles en esos parajes, como la escena en la que por primera vez asisten al alzamiento de un globo aerostático tripulado o el increíble momentazo en el que Adams visita al Rey Jorge de Inglaterra, una escena de las más memorables de la miniserie. Este tipo de detalles que casi pasan desapercibidos pero que denotan una calidad, unas ganas y un esfuerzo infinitos son los que enriquecen a "John Adams" y hacen que vaya más allá de ser una simple miniserie, expresan maestría, mimo y talento no solo gracias a la suprema dirección artística, cuidada hasta el milímetro y disfrutando de una diversidad pasmosa, sino todos los aspectos técnicos y artísticos como el extraordinario vestuario, la trascendental BSO de corte clásico y el espectacular reparto lleno de estrellas de cine y televisión. Escenas como el corto periplo naval dan pruebas de la esmerada producción de cada episodio de la miniserie, que sin ser "Master and Commander" ni "Piratas del Caribe" resulta espectacular y brillante, con pequeños detalles como la escena en la que le amputan a uno la pierna con una sierra o el intercambio de balas de cañón. El presupuesto de la miniserie debe haber sido estratosférico para recrear con tanta fidelidad y calidad cada escenario y representar cada complicada escena incluso bélica, por cortas o escasas que sean.

La BSO obra de Robert Lane y Joseph Vitarelli es, como he dicho, muy clásica y también épica. La partitura fue realizada por ambos compositores de forma independiente, uno en Inglaterra y otro en EEUU, con pistas militares, románticas, barrocas, y melodías con violines y pianos muy acentuadas que alzan los momentos críticos al nivel épico deseado; en ocasiones dichas pistas hacían que la composición visual, sonora y emotiva fuese tan alta como para poner la carne de gallina —y varias veces he dicho que eso es algo que yo aprecio mucho porque significa que realmente llega a emocionarme— como por ejemplo aquella escena en la que empluman al hombre del Rey en el puerto. El tema principal en concreto me parece una canción majestuosa, cuando se escucha en los créditos iniciales y finales consigue llenar la pantalla y es de esas melodías que permanecen en la memoria, que luego se tararean al acabar de ver el episodio; un gran mérito. También en ocasiones la BSO me ha recordado a "Barry Lyndon" de nuevo, por usar temas míticos en la película de Kubrick como "Piano Trio In E-Flat" de Schubert, canción estupendamente bien utilizada.

Una vez más la comparo a "Barry Lyndon" (que considero una obra de referencia para esta clase de películas) para destacar la exquisitez en la dirección artística, también del supremo vestuario que abarca un amplio espectro de trajes no solo por las clases y tipos (militares, de la burguesía, monarquía, diferentes pueblos, etc.) sino por la variedad temporal de los mismos, ya que prácticamente 50 años de cultura europea y americana quedan reflejados en la miniserie. Los escenarios son una prueba de esfuerzo titánico, desde el palacio de Versalles y sus jardines, una maravilla visual, hasta los más humildes despachos de Boston, todo cuidado al detalle. A nivel de dirección se realiza un trabajo excelente, la mayoría de los encuadres, que buscan un punto medio entre cine y TV mezclando primerísimos planos con cuadros contemplativos de un gusto exquisito, son estáticos exceptuando aquellos en los que la multitud se agolpa o se requiere dinamismo donde la cámara se torna convulsa. Solo hay una cosa que no me acabó de convencer, y atención porque me atrevería a decir que es el único elemento que no me gustó de toda la miniserie —y el cual soy consciente que es algo bastante personal—, y es que el director Tom Hooper y el director de fotografía Tak Fujimoto abusan de un recurso que particularmente rechazo, el de los planos "torcidos", algo quizá demasiado de TV y que a mí no me acaba de convencer. Si hubiera utilizado siempre planos "rectos" me hubiera gustado más ese aspecto y hubiera sido más serio; creo que los planos torcidos dan un ligero tono de irrealidad, algo que no le sienta nada bien a un biopic histórico como "John Adams" donde una versión realista es el atavío perfecto para mostrar la representación de los hechos históricos. Eso sí, a pesar de ser una producción para TV se aprovecha de forma brillante el ancho de la pantalla como en el formato de cine, lo que le da un tono mucho más cinematográfico para compensarlo.

Es interesante ver como cada uno de los 7 episodios de la miniserie está centrado en una fase de la vida de John Adams y Norteamérica, en el primero, "Join or Die", vemos como Adams se involucra en la política y deja atrás la abogacía, en el segundo, "Independence", se explora la necesidad de que los EEUU se independicen de Gran Bretaña, en el tercero, "Don't Tread on Me", vemos el periplo europeo de Adams como embajador norteamericano, en el cuarto, "Reunion", vemos las complicaciones en las negociaciones de Adams en el extranjero, su vuelta y la jura del cargo de George Washington como primer presidente de los EEUU, en el quinto, "Unite or Die", vemos la frustración de Adams como vicepresidente y su posterior nombramiento como segundo presidente de los EEUU, en el sexto, "Unnecessary War", vemos los esfuerzos de Adams como presidente para evitar la guerra con Francia y cómo tuvo que lidiar con las escisiones políticas, y el séptimo y último, "Peacefield", es un episodio a modo de despedida, un homenaje de 60 minutos del personaje y sus allegados que acaba siendo un broche de oro a la épica miniserie, un último episodio muy emotivo e intenso donde además se acaba de explorar a la perfección la relación entre John Adams y Thomas Jefferson, un punto muy interesante en la historia de la Independencia de los EEUU en el que se hace especial hincapié y que es una de las relaciones mejor definidas en la miniserie.

Como he comentado el reparto es espectacular, lleno de estrellas de gran calibre tanto de televisión como de cine. Protagonizando tenemos a un supremo Paul Giamatti, un actor que hasta el momento había demostrado tener una dotes interpretativas superlativas en cintas como "La Joven del Agua", "El Ilusionista", "Cinderella Man: El Hombre que No Se Dejó Tumbar" (por la que recibió una nominación al Oscar por su papel secundario), "American Splendor", "Entre Copas", etc. y que ahora definitivamente acaba encumbrándose como uno de los mejores intérpretes masculinos del panorama cinematográfico y televisivo. De hecho por este papel Giamatti ha ganado seis premios incluyendo los más importantes a los que puede optar por protagonizar una miniserie como el Emmy, Globo de Oro y Screen Actors Guild Awards. Tras este papel y desde ahora para mí Paul Giamatti es y será John Adams, y cualquiera que sea capaz de poner en duda la gran capacidad interpretativa de este hombre deberá ver esta miniserie para salir de dudas y apreciar su talento; Giamatti hace una exhibición de escándalo y aprovecha el enorme e infinito abanico de registros que le ofrece el papel del padre fundador donde no solo tiene que actuar como un hombre serio, inteligente y decidido sino como una persona exigente consigo mismo, algo soberbia en ocasiones, conciliadora, estricta con sus hijos y muy unido a su esposa, una interpretación que también requiere mostrar los avatares de la edad (al principio de la miniserie tiene teóricamente 35 años y al acabar 90) y que supone un esfuerzo extra, aunque también es un caramelo de papel con el que cualquier actor soñaría durante toda su carrera. Adams tuvo que sacrificar mucho por su país, por la libertad, por la imposición de la justicia; no pudo disfrutar de su familia, se sintió terriblemente frustrado como vicepresidente y sufrió una especie de exilio en el extranjero que le reprimió, y todo esto está expresado magníficamente por Giamatti. Otro de los detalles más logrados es la incomodidad de Adams entre la burguesía francesa, donde no solo se sentía un extraño sino que el modo de vida de los galos le resultaba chocante en comparación a la pragmática forma de vida norteamericana. Un precioso ejemplo se da en una de las conversaciones que mantiene Adams con uno de los miembros de la burguesía francesa:

«— ¿Ha asistido alguna vez a la ópera?
— [...] No, me temo que mi oficio me permite poco tiempo para el arte.
— No tiene tiempo. Tiene mucho trabajo.
— No, debo estudiar la política y la guerra, para que mis hijos tengan la libertad de estudiar matemáticas y filosofía. Mis hijos deben estudiar navegación, comercio y agricultura para que sus hijos tengan el derecho de estudiar pintura, poesía y música.»

Un pequeño fragmento de diálogo que refleja fielmente la personalidad diligente y firme de Adams, reproducida con una complejidad y perfeccionamiento espléndidos; el perfil del presidente de los EEUU es uno de los mejor definidos en la historia de los biopics. La relación con su esposa, Abigail, es sin duda el vínculo más intensamente e íntegramente encarnado de toda la miniserie, estando la interpretación de Laura Linney a la altura de las circunstancias y demostrando también que la actriz tiene un talento desbordante e indiscutible. Abigail Adams es un personaje clave en la miniserie, era necesaria al 100% para John, su más fiel consejera y amiga y quien le ofrece apoyo moral constantemente. Una frase es muy significativa al final del quinto episodio: «Levántate John. Levántate», le dice a su marido, y es que Abigail es la segunda piedra angular sobre la que gira "John Adams". El baile de nombres no cesa y Tom Wilkinson también tiene tiempo de lucirse como el conocido Benjamin Franklin, un personaje clave en la política exterior de los EEUU y con quien Adams tiene una curiosa relación. Wilkinson se está convirtiendo desde hace tiempo en uno de mis (eternos) actores secundarios favoritos, está demostrando que siempre sobresale en cualquier papel que realice como en "Michael Clayton", "El Sueño de Cassandra", "Valikira", "RocknRolla", "¡Olvídate de Mí!", "Batman Begins", etc. teniendo siempre la oportunidad de destacar por su tremendo carácter y presencia. Si alguien osa también dudar de Laura Linney o Tom Wilkinson esta es su miniserie, les hará replanteárselo ipso facto.

La brillantez del reparto sigue con actores de la talla de David Morse en la piel del imponente George Washington. Morse es un actor que habitualmente suele brillar pese a su eterno rol secundario (otro como Wilkinson), como por ejemplo en "La Milla Verde", "12 Monos" o "Disturbia" e incluso tuvo un brillante papel en la serie "House", siempre solvente y formidable, y aquí lleva a cabo su curiosa personificación de Washington con gracia, destacando su seriedad y parsimonia. Intérpretes algo menos conocidos pero igualmente extraordinarios llenan la pantalla constantemente en un baile multitudinario de caras familiares y no tan familiares, actores y actrices de sobrado talento que cumplen cada uno con su pequeño o gran papel; un ejemplo de actor más o menos desconocido y gran capacidad es Stephen Dillane que interpreta a Thomas Jefferson, rival y amigo de John Adams cuya relación se explora con profundidad y hasta con sentimiento; como he comentado el último episodio es una muestra de respeto a la figura de John Adams y en concreto en la última parte de dicho episodio la relación Jefferson-Adams recibe un emotivo homenaje, representando en cierta manera lo que 50 años antes de su muerte significó la culminación del concepto de libertad según los norteamericanos. El actor esloveno Zeljko Ivanek, visto en multitud de series como por ejemplo "Heroes" y "24", también tiene una participación destacable como John Dickinson, delegado por Pennsylvania y Delaware y uno de los principales rivales de Adams en la Declaración de Independencia; Danny Huston, al que hemos podido ver recientemente en "X-Men Orígenes: Lobezno" y actor de gran experiencia en cine, demuestra su talante en los primeros episodios; Sarah Polley (protagonista del remake de Zack Snyder de "Amanecer de los Muertos") también destaca como la hija de John, Nabby Adams; el actor Rufus Sewell, protagonista de la memorable "Dark City" y el cual extrañamente no es una cara muy vista (en "El Ilusionista" tiene un papel destacable), también sobresale como Alexander Hamilton, uno de los principales personajes en el periplo de Adams como presidente, etc. Todo el extensísimo reparto de la miniserie es un acierto absoluto, y de hecho Paul Giamatti, Laura Linney y Tom Wilkinson en concreto se han forrado a premios por sus insuperables interpretaciones.

El arraigado sentimiento patriota de los Estados Unidos de América tiene un sentido y un porqué, y en esta miniserie podemos ver algunas de las bases de esa pasión, de cómo una nación fue construida con los cimientos de la libertad que unos pocos tuvieron el valor de pelear y promulgar en pos del futuro bienestar de sus hijos. No es que "John Adams" sea nacionalista, es que está contada de una forma que su épica realmente es capaz de conmover y remover el interior del espectador, que no solo disfrutará con el impresionante despliegue de medios y talento sino que obtendrá una obra que sea capaz de emocionarle y satisfacerle. Lo que la miniserie intenta expresar es un sentimiento universal, no es propaganda patriótica. Normalmente al final de la reseña de una película, serie o miniserie que creo que merece la pena suelo recomendar su visionado, pero en este caso en concreto ultra-recomiendo que "John Adams" sea visionada, es una joya que merece la oportunidad de ser degustada; se la recomiendo a todo el mundo aunque el tema que trata no suscite especial interés a priori (a mí personalmente el argumento no es que me llamara la atención especialmente) ya que la miniserie tiene todo lo que los amantes del cine de época, clásico, épico, dramático, histórico, político, incluso del romántico y bélico pueden pedir. Imprescindible. Ya mismo le colocaría la etiqueta de "Clásico instantáneo" porque para mí, a estas alturas, "John Adams" es una lección de historia y una lección de cine.

«No, posteridad, nunca sabrás cuánto nos ha costado preservar tu libertad, espero que hagas buen uso de ella. Si no es así, me arrepentiré en el cielo por haber soportado la mitad de los sufrimientos por conservarla.»

Mi puntuación: 10/10.

sábado, 25 de julio de 2009

"Viernes 13" (2009), ki ki ki, ma ma ma...

Jason sacia su sed de sangre por enésima vez; vuelta a empezar.

Hay tres nombres en el universo cinematográfico de los slasher (aquel subgénero dentro del cine de terror en el que un sociópata —normalmente enmascarado u oculto— se dedica a cargarse a adolescentes en cadena) que brillan por encima del resto, asesinos que por mérito propio —y montones de secuelas— han conseguido convertirse en iconos populares, emblemas del mal. La Santísima Trinidad del Exterminio está formada por Mike Myers, Jason Voorhees y Freddy Krueger, protagonistas de las sagas de "Halloween", "Viernes 13" y "Pesadilla en Elm Street" respectivamente, películas que dieron comienzo (sobre todo las dos primeras) a una larga y prolífica tradición cinematográfica que se basaría en explotar hasta la saciedad a los personajes y situaciones en diversas secuelas y entregas que basarían su premisa en repetir la fórmula de la anterior película hasta el agotamiento. Estos tres personajes tienen el honor de ser los más famosos y representativos de su familia, por encima de algunos otros mitos como Cara de Cuero (de "La Matanza de Texas"), Charles Lee Ray (de "El Muñeco Diabólico"), GhostFace (de la saga "Scream"), Candyman (de la saga homónima), Fisherman (de "Sé lo que Hicisteis el Último Verano"), Jigsaw (de la reciente "Saw" y uno de los pocos recientes que han logrado calar hondo), etc. y todo gracias a su presencia y carisma, ganado a pulso por las múltiples apariciones que han tenido dichos personajes durante prácticamente tres décadas sin descanso y que han definido un género que casi se había olvidado hasta que Wes Craven reavivó la llama con "Scream" en 1996. Hoy en día el slasher es un cine tan gastado y usado que no solo no resulta nada original sino que incluso sufre en sus carnes el paso del tiempo como un lastre impasible. Encontrar una película de esta clase que no contenga varios tópicos vistos cientos de veces en obras pasadas es misión imposible, y revisionar viejas obras primas que dieron pié a este subgénero es una tarea arriesgada debido al riesgo de la descontextualización, es decir, ver la obra fuera de su época y contexto social y cinematográfico y no entender ni saber ver su carácter renovador ni inédito que tuvieron en su momento.

Hollywood, que de marketing entiende un rato, sabe que para resucitar géneros e iconos solo le hace falta reciclar, recuperar o resucitar a viejas glorias, y ese es el objetivo que en la última década se ha impuesto con los grandes del género. El remake está sirviendo como método para presentar a los monstruos del pasado a las nuevas generaciones en la década actual: el tipo de la máscara blanca tuvo un excelente remake en 2007 de la mano de Rob Zombie, "Halloween: El Origen", una de las mejores obras de este tipo que he visto en los últimos años, y prepara secuela para este año, el del guantelete de cuchillas tuvo su oportunidad en 2003 en un crossover con el de la máscara de hockey en "Freddy vs. Jason", una película que me pareció muy entretenida y sobre todo original (a ver para cuando se atreven con otro crossover entre Myers y Jason), éste último también un par de años antes protagonizó "Jason X", una extraña y fallida reinvención, y otras sagas han ido teniendo sus entregas en estos años como "La Matanza de Texas", que fue víctima también de un remake en 2003 obra de Marcus Nispel, precisamente director de la película que nos ocupa este artículo, "Viernes 13" (2009).

Tras once películas —diez si no contamos el crossover con FreddyMarcus Nispel vuelve a dirigir codo con codo con Michael Bay como productor un remake de un clásico absoluto del cine de terror, aunque en este caso esta doceava película no es un propiamente remake ni una secuela; igual que "Halloween: El Origen" (2007) es un relanzamiento de la saga, un nuevo comienzo, algo parecido a lo que hizo "Halloween H20" (1998), que continúa después de los hechos ocurridos en "Halloween II" (1981) más de 15 años y cuatro películas después. En este caso esta última entrega de "Viernes 13" (cuyo título no han querido distinguir de la original) parte de los hechos que vimos al finalizar la cinta de 1980, es decir que es una secuela directa de la primera película de la saga aunque homenajeando y tomando elementos de las tres primeras películas de la serie. Al inicio de la película, en poco menos de tres minutos y medio, presentan al personaje a las nuevas generaciones mediante una especie de resumen del final de la primera película de la saga, lo cual está muy bien porque pone en situación a cualquier tipo de espectador, tanto al que se sabe de memoria todas las películas como al que nunca ha visto una película del tipo de la máscara de hockey. Una vez planteado el mito la cinta sigue por los derroteros de cualquier otra película de la saga, repitiendo los tópicos mil y una veces vistos pero con un gran acierto y algo que no se ve muchas veces: dos grupos de adolescentes que exterminar en un solo film. Normalmente las películas de este tipo se pasan la mitad de los 90 minutos que suelen durar intentando tratar de presentar a los vacíos personajes protagonistas (que en esta entrega por supuesto vuelven a serlo) que serán masacrados progresivamente durante los últimos 30 minutos. En esta película se ahorran esos tres cuartos de hora iniciales donde suele verse solo al slasher de turno de refilón o/y cargándose a algún pobre paleto para entrar de lleno en la materia y hacer lo que hemos venido a ver, una gran sangría. Por lo tanto tenemos dos matanzas por el precio de una y el lastre de la primera mitad de la película solventado, lo cual me parece el gran descubrimiento de la cinta, de hecho lo único realmente novedoso u original.

A los 25 minutos aparecen los créditos. Es como si la película empezara en ese momento, así que de los 100 minutos que dura, solo una hora y cuarto responde al clásico patrón de las slasher movies. Durante los primeros minutos asistimos a una pieza llena de tópicos en las slasher movies, una especie de corto que precede a la cinta lleno de toques de una mala leche considerables. Hablo de asesinatos como el del saco de dormir (brutalísimo) o el primero en la cabaña de Jason, el de los machetazos que vienen del suelo. Para mí esos son, junto al del cobertizo con el destornillador, los mejores asesinatos de la cinta y es que pese a que "Viernes 13" funciona bastante bien creando tensión y reproduciendo tópicos falla a la hora de mostrar muertes realmente cruentas u originales. Como he dicho haberlas las hay, pero se echa de menos más recreación, extravagancia y atrocidad en el resto, exceptuando las tres que he comentado. Una slasher movie tiene como base, además de saber crear tensión y tener un homicida con presencia, la calidad y cantidad de los asesinatos; de cantidad anda bien, sobre todo por lo comentado de los dos grupos de adolescentes, pero se echa de menos más gracia en la forma de matar; eso sí, la brutalidad de Jason es absolutamente genial.

Porque una novedad de esta entrega es que Jason se ha vuelto de repente una bestia tan ágil como rápida, algo a lo que no estábamos muy acostumbrados en ninguna de las otras entregas (ni de él ni de Myers). Si los zombies son rápidos, ¿por qué no iba a serlo ahora el slasher? Jason no ha dado una zancada en todas las once películas anteriores y aquí de repente el director se ha dado cuenta de que puede correr, lo cual otorga más horror a su figura. Tampoco lo había visto hasta el momento (si mal no recuerdo) tirando al arco, y aquí se muestra como un experto —e hijo de puta— tirador (por cierto, atención al detalle de mostrar dianas en el campamento o trofeos de tiro al arco para justificarlo, buena aclaración), pero en esta película vemos cosas que hasta ahora no habíamos visto, por ejemplo cómo se lo ha montado Jason en el campamento de Crystal Lake para sobrevivir y asesinar, el sistema de vigilancia precario que tiene, lo lúgubre de las minas o grutas subterráneas, las trampas colocadas estratégicamente en el bosque, etc. todo parte del sórdido ambiente que Marcus Nispel consigue recrear con acierto, y es que el realizador sabe jugar muy bien con la atmósfera, crear ambientes opresivos y 'sucios' como hizo con el remake de "La Matanza de Texas", aunque en aquella ocasión aún estaba más lograda la dirección artística (también es verdad que la película daba más juego en ese aspecto).

La apariencia de Jason es un éxito, que comience con el saco/vendas en la cabeza es un precioso detalle, como en la segunda película de la saga; sinceramente el Jason con el saco de patatas en la cabeza siempre me pareció el más terrorífico de toda la serie, y ver cómo se hace con la máscara también es un buen homenaje a la tercera entrega (en la cual consigue su icónica máscara de hockey). Es curioso como algo tan simple como una máscara de hockey es lo que ha hecho de Jason Voorhees uno de los slasher más famosos de la historia cinematográfica, ese aspecto característico y tan sumamente terrorífico es lo que ha hecho de él y sus películas una leyenda. Y como él es el auténtico protagonista de la cinta es él quien saca partido de la adecuada atmósfera recreada por Nispel, como digo uno de los mayores méritos de la película, aprovechando la oscuridad de los parajes boscosos y abandonados del campamento (un escenario realmente siniestro) y los juegos de sombras, ayudándose de la intrigante banda sonora de Steve Jablonsky, basada en la esencia de la partitura original de Harry Manfredini e incluso dejando lugar para la icónica melodía de la saga, aquella que susurra "ki ki ki, ma ma ma" (que viene de «Kill her, mommy!») de forma enigmática y tétrica. Lo que no me ha gustado del comportamiento de Jason es algunas chorradas como que deje vivir a algún personaje sin más, pero se puede perdonar porque está ligeramente justificado. Eso sí, exceptuando lo de correr respetan mucho las bases del personaje, contando con el mismo origen que en la película original, con el mismo aspecto de siempre e incluso no articulando ni una sola palabra ni sonido durante toda la cinta, como siempre.

Hay lugar para homenajes, tópicos y copias (a veces es difícil diferenciar entre estos tres conceptos); respecto a lo primero es evidente la cantidad de detalles que rememoran elementos de anteriores películas, como el mismísimo final, o lo de que Jason aparezca atravesando una ventana de pronto, o la cabeza de la madre, o que un personaje confunda a Jason con un jugador de hockey, también hay lugar para los tópicos y ese es el mayor lastre del film, que cada uno de los 100 minutos de la cinta están esencialmente llenos de tópicos: desde la sombra que asoma en el exterior de la tienda de campaña hasta el aparecer detrás de la penumbra de una puerta (cosa que se repite demasiadas veces), pasando por lo de intentar crear tensión en secuencias que evidentemente están faltas de ella por pura lógica, como aquella en la que los dos protagonistas entran al campamento dando la sensación de que están vigilados cuando sabemos perfectamente que Jason no está en ese momento ahí, e incluyendo un recurso que por suerte casi no se usa y que yo odio profundamente, como es el de dar un susto gratuito mediante un subidón de música en una forzada situación de suspense para luego darse cuenta de que es solo un perro o una herramienta que cae al suelo... ¿qué sentido tiene? No faltan los personajes ultra-tópicos: tenemos al chulo pijo al que deseamos muerte solo empezar la cinta, al negro orgulloso de su raza que no muestra reparos en representar los tópicos racistas, al chino gracioso (¡este es casi nuevo!), al guaperas bonachón, al pesado, al salido, al drogata, a la zorra que solo va a enseñar tetas (en este aspecto las tres tipas de esta clase que salen son la máxima expresión de este estereotipo, no tienen siquiera un papel en la cinta definido) lo cual siempre cumple con la cantidad de desnudos gratuitos mínimos que este tipo de película requiere, también tenemos a la heroína o clásica "última chica" que desde un principio vemos que será la que durará más al enfrentamiento con Jason, etc., no falta ni uno. Personajes completamente vacíos que solo sirven para saciar la sed asesina del slasher de turno, lo que tampoco está mal porque realmente lo que nosotros queremos ver es a Jason partiendo cabezas con su machete, no los dramas personales de sus futuras víctimas. En cuanto a las interpretaciones de los protagonistas todos los actores están correctos, pero no se puede destacar a ninguno en particular.

La estructura de la película sigue el patrón básico que se creó hace tres décadas y aún no se ha cambiado, el básico juego a lo Diez Negritos donde uno tras otro van cayendo los desafortunados jóvenes que se alejan de la sociedad un fin de semana en busca de fiesta, drogas y sexo. En este caso hay un pequeño hilo argumental en el que Clay —el guaperas— busca a su hermana desaparecida Withney, cuyo grupo sabemos que ha sido víctima de las malas pulgas de Jason meses atrás. Y ya está, eso es todo, lo siguiente que sabemos es que se adentran en el territorio colindante al campamento de Crystal Lake por lo que firman su sentencia de muerte instantáneamente. Gritos, sangre a borbotones, sustos, carreras frenéticas en la selva, más sustos, machetazos, mala leche (me faltó algo más, por eso), sexo, más muerte y más gritos, eso es lo que ofrece a priori una cinta como "Viernes 13" y eso es lo que se obtiene. Pero ahí está su encanto, es una más entre las muchas secuelas, entregas, crossovers y remakes de esta saga que no ahonda en complicaciones, y como una más entre las otras once películas funciona a la perfección, alcanzando y superando el nivel impuesto en las tres primeras entregas de la saga, que en mi humilde opinión son las más destacables. Le doy un 5 de puntuación porque no ofrece absolutamente nada nuevo excepto la incursión de un segundo grupo, pero dentro de la saga tendría una puntuación más alta por pura comparación.

En taquilla ha funcionado muy bien, actualmente está entre las 30 películas más taquilleras del año con $90M, una cifra muy honorable teniendo en cuenta que su presupuesto fue de $19M, y es que por lo visto este tipo de películas siguen sin cansar ni al público mayoritariamente joven ni al fan acérrimo del género y amante de lo clásico, un tipo de cine que parece tener una vida muy larga y que a pesar de repetir fórmula incansablemente permanece perenne en nuestras carteleras... será que subconscientemente disfrutamos arrasando con la vida y los tópicos que se nos plantean diariamente, será que el cine nos sirve como siempre de vía de escape y nos ayuda a disfrutar de cintas sinceras y simples como esta. Saber deleitarse con una película como "Viernes 13" (2009) es tener ganas de disfrutar del cine de género, y a pesar de todos sus graves defectos sigue teniendo el encanto de las primeras películas de este corte. Y es que ver a un tío con máscara rebanando cuellos sigue gustándonos tanto como el primer día.

Mi puntuación: 5/10.

lunes, 20 de julio de 2009

"Harry Potter y el Misterio del Príncipe", las cosas se ponen más serias en Hogwarts...

La saga del joven mago sigue evolucionando; sexta entrega casi de transición para acercarse a un final que está cada vez más cerca.

Desde que "Harry Potter y La Piedra Filosofal" irrumpiera en el año 2001 en la escena cinematográfica el cine fantástico no ha vuelto a ser el mismo. La escritora J.K. Rowling ya había hecho famosa su saga literaria cuando Warner Bros. llamó a su puerta para adaptar las dos primeras novelas, y el boom de Harry Potter acabó de crecer de forma desmesurada. Aquella primera película dirigida por Chris Columbus logró romper la taquilla y estuvo cerca de alcanzar los $1000M de recaudación colocándose como la película más taquillera del año (por encima de "El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo") y aún hoy en día sigue siendo la película más taquillera de la saga y la más rentable (tuvo "solo" $100M de presupuesto). No solo fue un bombazo en taquilla sino que la fiebre harrypotteriana creció y se extendió como la pólvora, y la calidad con la que se elaboró la cinta impuso las bases (junto a la trilogía de "El Señor de los Anillos") de lo que el cine de fantasía y aventuras sería en la década actual. Un año después llegó también de la mano de Columbus "Harry Potter y La Cámara Secreta" que también obtuvo en taquilla cifras estratosféricas (unos $100M menos que la anterior) aunque no pudo superar aquel año a "El Señor de los Anillos: Las Dos Torres". Hasta hace poco para mí era la más flojita de la saga pero la revisioné meses atrás y supe ver detalles que no vi en su día por lo que ahora la veo una película mucho más completa que antes. Dos años después de esta, en 2004, llegó la que para mí y muchos es la mejor de la saga, la que comenzó a introducir el tono oscuro que progresivamente se ha ido adueñando de la saga y ha ido dejando de lado el tono infantil, "Harry Potter y El Prisionero de Azkaban", cuya taquilla fue paradójicamente la más baja de la saga (casi $800M y por debajo de "Shrek 2"), dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón. Su tono serio supuso un cambio acorde a la madurez de su público y sus personajes, y la forma progresiva en que se hizo (y aún hace) resulta uno de los mayores aciertos de la saga.

En 2005, un año después, "Harry Potter y El Cáliz de Fuego" volvió a ser la película más taquillera del año superando incluso a la entrega de "Star Wars. Episodio III: La Venganza de los Sith". Mike Newell, el otro director junto a Cuarón que solo ha dirigido una entrega en la saga, logró mantener la saga en el candelero pese a los cambios en la dirección, consiguiendo que su film se acercara a los $900M de recaudación. La quinta entrega llegó en 2007, "Harry Potter y La Orden del Fénix", la cual fue para un servidor la primera que pudo ver en el cine por lo que guardo un especial recuerdo de ella y la que logró mejores resultados en taquilla desde "Harry Potter y La Piedra Filosofal" (unos $940M) aunque no pudiera superar a "Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo" en aquel año. Fue también la primera de las películas que David Yates dirigió, y es que el realizador británico fue el elegido para dirigir cada una de las últimas películas de una de las sagas que mayores beneficios ha dado en taquilla tras la saga de James Bond, y que revolucionó el género fantástico devolviendo la ilusión por la magia y los cuentos infantiles de calidad.

Han vuelto a pasar dos años para que podamos ver la sexta entrega de la saga, "Harry Potter y el Misterio del Príncipe", la que supone la última película del tercer cuarto de la serie y que deja muchas tramas encaminadas hacia el irremediable final que veremos en la adaptación de la novela que cierra la serie, "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte", la cual podremos ver dividida en dos películas para abarcar la profundidad de la novela (y hacer más taquilla, claro). Dicho esto comienzan los destripes, así que cuidado los que no la hayáis visto aún pues su misma sinopsis encierra spoilers. En esta sexta película Harry debe prepararse para el enfrentamiento final entre él y Lord Voldemort. La vuelta del que no debe ser nombrado es dominio público tras su último encuentro con Potter y todo el mundo es consciente de que el joven mago es el elegido para derrotar al Señor Oscuro. Hogwarts se convierte en el lugar más seguro en el que estar tras el miedo infundido por los continuos asedios de los mortífagos que incluso llevan a cabo ataques sobre el mundo no mágico, secuestrando a magos y sembrando el pánico, mientras a Draco se le asigna una misteriosa misión que tiene como objeto aventajar a Voldemort en la inminente batalla y de paso vengar el honor de su padre, encarcelado tras los últimos acontecimientos en el Departamento de Misterios. Mientras Dumbledore prepara a Harry para su combate definitivo le aconseja mantener vigilado al nuevo profesor, Horace Slughorn, el cual cree que tiene pistas clave para saber cómo derrotar a Voldemort. Que el miedo y la oscuridad que se cierna sobre el mundo mágico no impide que Harry, Ron y Hermione comiencen a notar los efectos de la adolescencia y a sentirse atraídos por otros compañeros, y es que los romances pronto comenzarán a florecer entre tanta oscuridad.

"Harry Potter y el Misterio del Príncipe" es según palabras de la propia autora de la novela (sic) el primer tomo del final de la historia, y por lo tanto la menos independiente de las obras hasta el momento, y eso es quizá la pieza clave para interpretar esta sexta película; siendo "Harry Potter y el Misterio del Príncipe" una especie de principio del fin o de precedente de "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte" queda coja en cuanto se analiza individualmente pues al contrario que las otras cinco películas no cuenta con una línea argumental que se abra y cierre en la misma película, reservando el misterio y la intriga a sucesos puntuales y hasta intrascendentes como la identidad del Príncipe Mestizo que da título al film (vale, es Snape, ¿por qué?) o más importantes como la búsqueda de los horrocruxes. La película es muy larga, son dos horas y media de metraje que sorprendentemente se pasan volando —cuando me di cuenta que llevaba dos horas de cinta no me podía creer que hubieran pasado tan rápido—, pero no da la sensación de que pase nada realmente trascendental en ningún momento, lo cual es curioso. Es decir, se hace corta para lo larga que es, pero lo que sucede no aporta demasiado a ninguna trama principal.

Eso no es algo necesariamente malo, precisamente que no se haga larga significa que es muy distraída, y he de reconocer que hacía mucho tiempo que no gozaba tanto con una película fantástica en el cine desde "Stardust" o "Harry Potter y La Orden del Fénix" hace dos años. De hecho los efectos especiales son lo mejor que he visto en mucho tiempo, quizá desde "The Host" no he visto tal nivel de perfeccionamiento y esta sexta película de Harry Potter se recrea más y es mucho más espectacular en los efectos que la surcoreana del monstruo gigante. Escenas como la de los mortífagos atacando Londres con los efectos de humo disolviéndose en el aire, la forma de generar los recuerdos de Tom Riddle, el espectacular y cortísimo partido de Quidditch, la exhibición de poder ardiente de Dumbledore en la cueva, los teletransportes de Harry y Dumbledore, etc. son secuencias realmente espectaculares donde los efectos visuales brillan de una forma asombrosa. Las escenas de acción también están rodadas con ingenio y quizá por eso se hace tan llevadera la película, aunque no acabe de arrancar la verdadera acción hasta los últimos veinte minutos. El problema antes mencionado es que precisamente mucho metraje de los 150 minutos están invertidos en ahondar en las relaciones entre los tres protagonistas, aunque realmente no llegan a quedar bien definidos. Quiero decir que las evidentes tensiones sexuales (no sé si llamarlas así aún) entre Ron y Hermione y entre Ginny y Harry se plantean y se les da una gran importancia en la trama, pero no acaban de arrancar verdaderamente ni son estudiadas a fondo; de Ginny y Harry solo descubrimos que de repente Harry se siente interesado por ella (porque ella ya lo estaba en anteriores entregas) y que se olvida completamente de Cho Chang (cuyo romance en "Harry Potter y La Orden del Fénix" corrió ríos de tinta y ahora de pronto se esfuma), sin más dilación ni análisis, y de Hermione y Ron solo descubrimos que no son capaces de declararse sus verdaderas intenciones por miedo o vergüenza y que mientras tanto intentan probar con otras relaciones sin éxito, también sin más. Es decir, tenemos cuatro personajes que no saben muy bien como relacionarse entre sí y el resto que no son siquiera personajes secundarios exceptuando a Lavender Brown (la novia de Ron), Luna Lovegood o por supuesto Draco Malfoy. Neville Longbottom, los gemelos Weasley y el resto de alumnos, Hagrid, Minerva McGonagall e incluso Bellatrix Lestrange y Remus Lupin entre otros son personajes que pasan totalmente desapercibidos, tan solo se pasean por pantalla sin ninguna intervención realmente importante.

El énfasis en los personajes creo que es algo en lo que falla la película, cuyas anteriores entregas le han sacado más partido a este aspecto. Hasta ahora era usual que el profesor nuevo fuese el que más interés despierta (normalmente el de Defensa de las Artes Oscuras), y en este caso Horace Slughorn no tiene un protagonismo clave como ya tuvieran el profesor Quirrell, Gilderoy Lockhart, Remus Lupin, Alastor Moody y Dolores Umbridge en las anteriores entregas. Sí que Slughorn es el personaje clave para desvelar el misterio de los horrocruxes, pero realmente no llega a ser un personaje tan relevante ni memorable como los anteriores. El único que se salva, exceptuando a Dumbledore evidentemente, es Severus Snape, y tampoco estoy muy de acuerdo con el trato del personaje en el film. Me explico: creo que a los personajes, en esta película en general, les falta dualidad suficiente como para tener la capacidad de engañar al público, como pasó con Snape en la primera película. En "Harry Potter y La Piedra Filosofal" parecía que era evidente que Snape era el villano de la función pero al final resultó ser todo lo contrario. Aquí, sin haber leído yo nada de las novelas, me da que Snape no es malo pese a haber matado a Dumbledore... No puedo explicar por qué porque no tiene sentido, pero es la sensación que me dejó la película en todo momento desde que aparece Snape por primera vez junto a Colagusano haciendo el juramento con Bellatrix y Narcissa Malfoy, es que Snape está a favor de Dumbledore, de principio a fin, y eso no debería ser así. Deberían ser más categóricos para luego tener la facultad de sorprender, lo cual siempre es agradable en una trama tan compleja. Todo se basa en las expresiones de Snape, en las dudas y miradas... se palpa que no puede ser tan malo.

Y aquí llego a otro de los aspectos en los que me ha parecido que "Harry Potter y el Misterio del Príncipe" falla, en la muerte del mago más grande de todo el universo de Harry Potter, Albus Dumbledore. Su personaje toma gran importancia en este sexto film y al contrario que en la anterior película le presta toda la atención a Harry para educarlo y entrenarlo en su lucha final; Dumbledore comparte varias escenas con Harry destacando sobre todo aquella en la que tratan de conseguir el horrocrux en la cueva, quizá la mejor secuencia de la cinta donde se desplega un extraordinario espectáculo visual y sonoro, y su muerte al final de la cinta, una muerte que se muestra inevitablemente demasiado seca y sosa para tratarse de un personaje tan importante y clave como Dumbledore. El problema de la muerte de Dumbledore es que para empezar no está suficientemente justificada por lo que he comentado antes de la evidente dualidad de Snape, que por mucho que mate a Dumbledore no se puede evitar ver que había "buenas intenciones" tras ese asesinato, lo cual deja demasiado claro que se ha dejado en vilo una trama que se resolverá en la siguiente película, también que le falta un punto dramático importante en el que ni siquiera la música (apartado clave en este tipo de escenas) resulta lo suficientemente solemne para acentuar el dramatismo, y finalmente, como ya pasara en la anterior película con Sirius Black, muere prácticamente sin ningún tipo de aviso ni énfasis previo. Estoy seguro, de todos modos, que en la siguiente película se tendrá que comenzar por un homenaje como Dios manda al personaje.

Para acabar con el repaso a los personajes hay que destacar el papel de Draco Malfoy en esta cinta, donde por fin se revela como el conato de villano que siempre ha tratado de ser, aunque sus infantiles apariciones en las entregas anteriores le resten seriedad al personaje. Su aspecto soberbio y severo le sienta como anillo al dedo y aunque también presenta el mismo problema de dualidad que Snape su tormento lo hace un personaje interesante por fin, y además protagoniza otra de las mejores escenas de la cinta cuando Harry y él se intercambian hechizos en los lavabos. El Sectumsempra es un hechizo realmente espectacular y bastante truculento para la saga, pero igualmente es una secuencia espectacular. Otros personajes directamente no hacen acto de presencia; hay algunas ausencias imperdonables como la de Lord Voldemort, que sin contar con los sueños de Tom Riddle ni aparece. ¿Cómo puede ser que un personaje que en la última entrega tuviera tanta presencia aquí siquiera aparezca? Se echa de menos también a Alastor Moody y a la familia adoptiva de Harry, que siempre ha aparecido al inicio de las películas y por primera vez ni Vernon ni la familia Dursley hace acto de presencia. También resulta curioso que Cho Chang no aparezca siquiera ya que su relación fue uno de los hilos argumentales más destacables de anteriores películas.

En todas las entregas de la saga siempre ha habido un factor muy destacable y excepcional como es el reparto. El trío protagonista va ganando experiencia con los años y cada vez están más cómodos con los personajes que han hecho suyos; Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson tienen interiorizados sus personajes y uno no se puede imaginar la saga de otra forma que no sea con ellos como protagonistas, y a pesar del habitual nefasto doblaje en esta cinta no ha sido tan doloroso para los oídos escuchar a los protagonistas (con la excepción del actor de doblaje del pequeño Tom Riddle, que rompe completamente el clímax de la cinta en sus breves apariciones). Sin duda el doblaje de esta saga (más que nada de los niños, el resto está perfecto) es la gran asignatura pendiente en España. Michael Gambon como Dumbledore, Maggie Smith como McGonagall, Helena Bonham Carter como Bellatrix Lestrange, Tom Felton como Draco Malfoy, etc. están magníficos, pero habría que destacar sobre todo a dos actores por sus estupendas interpretaciones: Jim Broadbent como Horace Slughorn y Alan Rickman como Severus Snape. Este último ya es un clásico en la saga y un actor que por su presencia y actitud llena la pantalla cada vez que aparece, mientras que Broadbent demuestra su talento con la interpretación de ese hombre bondadoso pero obsesivo que encierra un misterio clave para la película. Los toques de humor de estos dos personajes son gloriosos, sobre todo el momento en el que Harry imita al profesor Slughorn u otras apariciones donde la simple presencia de Snape ya resulta divertida. De hecho "Harry Potter y el Misterio del Príncipe" me ha parecido una de las entregas más divertidas de la saga, reí a gusto y con ganas con detalles más o menos infantiles, como el disfraz de león de Luna o las peripecias de Ron con su novia o el elixir de amor que bebe por accidente por ejemplo, y a pesar de los pequeños fallos que le pueda encontrar al film me lo pasé en grande.

David Yates vuelve a hacer un trabajo excepcional y pese a su escasa experiencia en cine (no así en televisión) parece que le ha cogido el gusto a la saga y es capaz de realizar una serie de secuencias realmente espectaculares. Yates desprende clase en los planos y la fotografía de Bruno Delbonnel sorprende por la cantidad de registros y ambientes que utiliza e intercambia constantemente, destacando el tono azulado general y el gran partido que le saca a los interesantes recovecos del castillo de Hogwarts. La música sigue siendo un apartado destacable, obra de nuevo de Nicholas Hooper quien ya acompañó a David Yates en la anterior película y acabará firmando la BSO de las futuras entregas de la saga. Quizá es de las menos llamativas de la serie, pero como siempre el apartado musical destila calidad. Para el guión de esta sexta película han recuperado a Steve Kloves de nuevo, quien ha escrito todos los guiones de la saga excepto el de "Harry Potter y La Orden del Fénix", obra de Michael Goldenberg. Kloves ha sido rescatado para esta entrega en la que por lo visto hay varias concesiones al relato original de J.K. Rowling, teniendo quizá mayor importancia el cambio respecto al supuesto funeral de Dumbledore que debía ocurrir en esta cinta pero que se dejará para la que viene con toda seguridad. También el hecho de que la película preste más importancia a los romances que al misterio de los horrocruxes influye en el tipo de entrega que acaba siendo, algo más enfocada a trazar las relaciones entre personajes que a explorar la trama de Voldemort en sí. A nivel técnico, en general, la película no se le puede achacar ningún pero, los efectos de sonido son espectaculares, visualmente es una delicia y la dirección es realmente extraordinaria. Tan solo he echado de menos un clímax final más espectacular, ya que el de la anterior película, aunque algo precipitado, fue mucho más llamativo.

La sexta entrega de la saga mago más famoso y popular de este mundo y del mágico me ha resultado una película muy entretenida y eminentemente bien realizada, a pesar de haberme parecido una de las más flojas de la serie no se puede negar su calidad en todos los aspectos técnicos y artísticos aunque creo que el guión ha cometido un error bastante importante como es que la película esté demasiado enfocada para ser un preludio de la última entrega de la saga, que en el caso cinematográfico será doble. Se nota demasiado que se han estado guardando cosas para las siguientes entregas y eso deja a "Harry Potter y el Misterio del Príncipe" en una posición intermedia, un enlace entre las anteriores entregas y el fin de la saga, algo que no la beneficia individualmente. La frase promocional del cartel reza «Oscuros secretos serán revelados» cuando más bien debería decir «Oscuros secretos serán planteados». Lo bueno que tiene es que la saga sigue una evolución lógica; cada vez los problemas de los protagonistas son más serios y hay cosas que delegan importancia: aprobar asignaturas, ganar los partidos de Quidditch o el concurso entre familias ya no es el tema principal, ni secundario siquiera, ahora lo que importa es la batalla que definirá el futuro del mundo, el combate épico contra el Señor Oscuro. La saga ha dejado de ser para niños pequeños como las dos primeras entregas y se ha tornado, como ya se ha dicho muchas veces, más oscura, y eso es lo que le hacía falta a la saga. Incluso ahora hay lugar para la revolución hormonal. Solo nos queda esperar que la siguiente película "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte I" nos ofrezca lo que "Harry Potter y el Misterio del Príncipe" ha prometido y que acabe de arrancar siendo una película individualmente suprema, que es justo lo que le ha faltado a la reciente cinta.

Mi puntuación: 7/10.

martes, 14 de julio de 2009

"La Conversación", la culpa de quien escucha.

La cara íntima de Coppola.

Francis Ford Coppola es uno de los grandes del cine. De su mano han llegado películas consideradas globalmente obras maestras de la talla sobre todo de la trilogía de "El Padrino" (I, II y III) y "Apocalypse Now", además de otras películas de indudable fama y calidad como "Drácula, de Bram Stoker", "La Ley de la Calle", "Cotton Club" (aunque a mí esta no me convenció para nada), "Rebeldes", etcétera, una larga carrera cinematográfica como director, guionista y productor que se remonta hasta principios de los 60, es decir 50 años de plena dedicación al cine. Durante las décadas de los 60' a los 80' se mantuvo en el candelero, fue prolífico y aprovechó la libertad artística que le proporcionó el éxito de las dos primeras películas de "El Padrino" y "Apocalypse Now" intercalando grandes producciones con películas más íntimas y cercanas de todo tipo de géneros: terror, comedia, drama, suspense... si algo ha demostrado Coppola en su carrera es que es uno de los realizadores más polifacéticos del panorama cinematográfico. Erróneamente siempre se ha asociado a Coppola a las grandes superproducciones pero lo que no se conoce tan popularmente es su faceta de director y escritor de historias pequeñas o íntimas, películas casi casi independientes por su factura, cercanas al cine de autor. El director quedó muy quemado tras el infernal rodaje de "Apocalypse Now" y de ahí su recelo a rodar grandes superproducciones similares por lo que las películas que siguieron a aquella fueron algo más discretas pero no menos importantes por ello. Tras bajar el ritmo en su faceta de director y guionista durante los 90' (a pesar de que en esa década dirigiera la maravilla de "Drácula" y "El Padrino. Parte III" además de "Jack" y "Legítima Defensa, de John Grisham") aumentó su dedicación en la producción de películas (incluidas las de su hija Sofia Coppola) por lo que durante un tiempo el nombre de Francis Ford Coppola estuvo ligeramente apartado de los carteles. Ha sido recientemente cuando Coppola ha vuelto al cine tras varios años reposando sus ideas; desde que rodó en 1997 "Legítima Defensa" pasaron 10 años hasta que quiso realizar obras más personales e independientes, "Youth without Youth" ("Juventud sin Juventud") fue la primera de ellas y este mismo año ha estrenado la segunda en una coproducción española, italiana, norteamericana y argentina, "Tetro". Estas historias pequeñas son las que a Coppola le llenan personalmente y las que le han animado a seguir haciendo cine. Una de aquellas películas de este tipo que dirigió y escribió el realizador entre las dos entregas de "El Padrino" fue la discreta y delicadamente confeccionada "La Conversación".

En 1974, el mismo año de "El Padrino. Parte II" y solo dos años después de "El Padrino", Coppola realizó una de sus películas "pequeñas", una película de suspense sin un argumento excesivamente llamativo ni grandilocuente que contaba la historia de Harry Caul, un experto en vigilancia oculta que vive atormentado por algunos trabajos en el pasado y que no puede evitar involucrarse en su último caso de escucha; Caul no quiere sentirse responsable de ninguna otra víctima derivada de su trabajo, pues la tortura de la culpa se cierne sobre él sin cesar a cada trabajo que realiza. Harry sospecha que tras este aparentemente evidente último trabajo se esconde algo más que una aventura amorosa por lo que se involucra de forma obsesiva con los detalles del caso hasta el punto en el que se dará cuenta que ya no puede dar marcha atrás. El secreto de "La Conversación" reside en su discreción, sus pocas pretensiones; el mismo Coppola ha dicho varias veces que es la película de su filmografía que más aprecia porque no solo la dirigió sino que también escribió el guión en solitario sin basarse en ninguna otra película ni novela previa, aunque confesó que "Blow-Up" de Michelangelo Antonioni le sirvió de inspiración. Esta película representa la vertiente del realizador en la que demuestra que también hace cine para lograr sus metas artísticas, aunque no pueda olvidar el tener la intención de gustar al público. Para Coppola, y según sus palabras, este tipo de cine es aquel que quiere ser literatura, aquel que se diferencia del cine de entretenimiento el cual aunque esté muy bien no le llena tanto personalmente ni enorgullece especialmente.

El tempo narrativo de "La Conversación" es muy lento (a veces hasta desquiciante), en algún aspecto me recuerda a "Taxi Driver" de Scorsese (salvando las distancias), esto es que durante sus casi 110 minutos pasan pocas cosas realmente extraordinarias, todo fluye de manera natural, vemos como es la vida cotidiana del protagonista, como poco a poco va evolucionando, se va demacrando psicológicamente, vemos las pocas habilidades sociales que tiene y lo que le lleva a realizar/descubrir el tremendo desenlace. En estos aspectos la película de Scorsese y la de Coppola tiene similitudes, aunque no se puedan comparar abiertamente tienen muchas cosas en común, y al igual que "Taxi Driver" también "La Conversación" se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes (que cinco años más tarde volvería a recibir Coppola por "Apocalypse Now"), así como también fue considerada por la Biblioteca del Congreso de los EEUU para formar parte de las 500 películas que conforman el patrimonio cultural significativo de la misma. Como "Taxi Driver", también recibió una nominación en los Oscar en la categoría de Mejor Película (que no se llevaron), y además "La Conversación" estuvo entre las candidatas a Mejor Guión Original y Mejor Sonido, y en éste último apartado es donde quiero hacer hincapié ya que el sonido es muy importante en este film tanto argumentalmente como a nivel narrativo. En esta cinta el sonido cobra un importante protagonismo, para empezar porque el protagonista, Harry Caul, dedica su tiempo completo a su trabajo y este está íntimamente relacionado con las grabaciones, espionajes y captaciones de conversaciones con diversos, modernos (para aquel entonces) e ingeniosos métodos, y de hecho la conversación con la que empieza la película y que le da título a la misma es sobre la que gira el argumento. Por otro lado a nivel narrativo el sonido se utilizó de forma muy expresiva; unos sonidos de interferencia están omnipresentes los primeros 10 minutos de cinta, vacíos en la conversación que luego Caul debe llenar y ordenar, tratar de entender.

La música es el otro elemento sonoro clave en el film. Los ritmos repetitivos de la partitura de David Shire ("Zodiac", "Pelham 1.2.3.") intentan capturar el sentimiento paranoico y perturbado de Harry, tonos graves y punzantes combinados, suavizados de vez en cuando con melodías de piano y sonido de saxofón, un instrumento importante en la trama que Caul utiliza para desfogarse y tranquilizarse. Los silencios son tan importantes como los momentos sonoros, y en muchas situaciones Coppola y Shire consiguen una atmósfera tensa con unos elementos simples, lo cual es muy meritorio, logrando captar la atención del espectador de forma natural y sin abusar de la BSO.

"La Conversación" es una película muy lenta, y no es que tenga paisajes en los que recrearse en esos tiempos muertos por tiempos indefinidos y alargados, por eso ahí está para compensarlo Gene Hackman haciendo uno de los papeles de su vida en la piel de Harry Caul, cargando el peso de la cinta a sus espaldas, prácticamente en solitario. Hackman protagoniza esta película psicológica mostrando un perfil de hombre perturbado, ajado, con limitadas habilidades sociales y un profundo trauma derivado de su trabajo y habilidad, pero aunque tenga remordimientos Caul es el mejor en su trabajo y así es reconocido por el resto del gremio. Caul está atormentado por la muerte de tres personas que recaen sobre su consciencia consecuencia de una de sus grabaciones y su paranoia se incrementa con cada nueva pista que obtiene al diseccionar la grabación que debe entregar al jefe de una gran empresa, una inocente conversación de una pareja que parece encerrar algo más de lo manifiesto. La culpa define al personaje y Gene Hackman logra reflejar muy bien esa recriminación, esa ira que le provoca el debate interno que tiene entre su profesionalidad, su responsabilidad y el eterno reproche que le acompaña y lo aísla. Hackman, con un look muy identificativo, con gafas de pasta y metal anticuadas, con bigote y calvicie incipiente, con su perpetua seriedad, su chubasquero/gabardina y corbata, logra trazar un personaje completo y complejo, se come la pantalla durante toda la película y es capaz de soportar ser el absoluto protagonista, una suerte de Robert De Niro frente al espejo, encerrado en sí mismo. De hecho la revista Premiere publicó en 2006 una lista con las que creía que eran las 100 mejores interpretaciones de todos los tiempos (hasta esa fecha) y Hackman ocupaba el puesto nº 37 por la interpretación de ese hombre introvertido, vulnerable, aferrado con ímpetu a la religión (como forma de redención, supongo) paranoico, colérico y angustiado que acaba involucrado en un asunto realmente turbio, un papel que Hackman siempre recordará por ser uno de los mejores que ha llevado a cabo.

El guión está perfectamente hilado, todo gracias a la sencillez de la premisa y el pragmatismo de Coppola, y como thriller psicológico que es juega con el espectador en algunas escenas realmente surrealistas como la breve secuencia del sueño (donde la película se vuelve algo irreal) o toda la final en el hotel. De hecho al final de la cinta uno acaba planteándose si lo que vemos es lo que realmente sucede o lo hacemos desde el punto de vista de Caul, cuyos remordimientos se apoderan de él hasta el punto de que uno acaba planteándose si realmente esa llamada final que recibe llega a hacerse de verdad o es fruto de su paranoia. Es más, llega un punto en el que hasta puedes llegar a pensar que lo que sucede en el hotel no es real, que todo ha sido producto de la imaginación, fantasía y sentimiento de culpa de Caul. Y no sigo porque estaría spoileando la cinta, pero el final de "La Conversación" se regala un par de sorpresas predecibles pero igualmente interesantes, y una suprema escena final donde Hackman acaba de demostrar que su papel es uno de los más memorables de toda su extensa filmografía.

La ambientación y diseño de producción son muy acertados, se agradece la visión del particular universo de los investigadores privados ausente de toda la sofisticación a la que estamos acostumbrados hoy en día: talleres sucios y desordenados, templos en los que se priva de su intimidad a los desconocidos, inventos electrónicos amontonados. Supongo que en 1974 todo el material que vemos en la cinta sería de lo más avanzado (son ya 35 años de avance tecnológico, que no es poco) e igualmente da la sensación de tecnología punta aunque mundana, un tono serio y cercano gratificante que le resta glamour al admirado y ensalzado trabajo de espía y nos ayuda a comprender mejor la situación de Caul. La fotografía de Bill Butler (que sustituyó a Haskell Wexler) es nítida y busca los ángulos y encuadres de forma inteligente, aprovechando todo lo largo de la pantalla, jugando con las sombras y luces en las escenas nocturnas, destacando la del parking en el laboratorio de Caul. Todo el apartado visual está muy logrado y es junto a la interpretación de Hackman de lo más destacado de la cinta. Cabe apuntar también algunas interpretaciones como la de John Cazale como el ayudante de Caul, Stan, Frederic Forrest como Mark, Allen Garfield como el curioso y sagaz Bernie, además por supuesto de Harrison Ford cuando realmente era un desconocido que solo había aparecido en "American Graffiti", y el breve cameo de Robert Duvall que no figura en los créditos.

Me hace gracia ver el eslogan español del cartel: «¿Cómo fue posible el caso "Watergate"...? ...aquí encontrará la respuesta.» ¡El caso Watergate no tiene nada que ver con la película! Se nota que por aquel entonces fue un caso sonado y quisieron sacarle partido como fuera. Lo curioso es que la frase promocional original no tenía nada que ver con esta libertad creativa española: «Harry Caul is an invader of privacy. The best in the business. He can record any conversation between two people anywhere. So far, three people are dead because of him.» («Harry Caul es un invasor de la privacidad. El mejor en el negocio. Puede grabar cualquier conversación entre dos personas donde sea. Por lo que se sabe, tres personas han muerto por su culpa.»). Con esta frase se explica algo mejor el perfil de Caul (quizá demasiado) y tiene mucho más sentido. "La Conversación" es una película en la que Francis Ford Coppola demuestra su creatividad, su amor por el cine, se nota que esta película fue rodada en el momento de máxima inspiración de uno de los genios de la historia del cine y sin la presión de tener que evitar defraudar a las masas. El problema es que creo que tiene un ritmo demasiado lento, demasiado pausado. Las casi dos horas de duración podrían haberse reducido a 90 minutos, le sobran 20-30 minutos, y la intensidad del relato no acaba de ser realmente poderosa hasta los últimos veinte minutos donde la previsible trama se destapa. A favor tiene muchas cosas, la suprema interpretación de Gene Hackman, lo mejor del film, la excelente fotografía, el original y simple planteamiento, el uso del sonido en sus vertientes argumental y narrativa y la calidad que destila todo el film. "La Conversación" podrá ser una película de las que se denominan "menor" en la filmografía del director, pero está claro que es una película de gran calidad, una cinta poco conocida en comparación a las otras más famosas de Coppola como la saga de "El Padrino" o "Apocalypse Now" pero que personalmente creo que supera a otras como "Cotton Club". "La Conversación" es una película que los amantes del cine podrán disfrutar, comparable en algunos puntos a la aclamada "Taxi Driver", aunque es evidente que la película tiene algunas carencias que impiden que se convierta en una película realmente memorable si no es por Hackman. Una película muy recomendable que puede despertar cantidad de sensaciones en los distintos espectadores, y es que lo bonito del cine está en las pequeñas historias y en la maestría de quien las cuenta con garbo. Y este es el caso.

Mi puntuación: 7/10.